En Yucatán
Reseña por el Dr. James Gunn
Earl Shorris fue un pensador, crítico social y escritor estadounidense reconocido y respetado. Falleció en mayo de 2012 en la ciudad de Nueva York. Aunque no era mexicano de nacimiento, creció en la frontera, en El Paso, y en los años cincuenta tuvo una breve carrera como torero en Ciudad Juárez. Entre las muchas obras que escribió y publicó, varias tratan sobre México, un lugar con el que, al parecer, tenía un vínculo profundo y un gran apego: The Boots of the Virgin (1968), Under the Fifth Sun: A Novel of Pancho Villa (1980) y The Life and Times of Mexico (2007).
Me topé con esta novela, In the Yucatán, por accidente. Me atrajo su título. Resultó ser una lectura extraordinaria, que muestra claramente que el autor conocía inusualmente bien el tema. La novela comienza con este curioso párrafo, que anticipa el desenlace:
"En el bajorrelieve tallado en la pared del gran juego de pelota de Chichén Itzá se puede ver el resultado final del juego: un jugador arrodillado ha sido decapitado. Durante muchos años se pensó que el jugador había sido decapitado porque perdió el juego. Solo recientemente los arqueólogos han llegado a comprender que el jugador asesinado fue el que ganó."
El lugar es Ixchel, los protagonistas son un líder sindical maya (Andrés Chay) y un abogado chicano de Los Ángeles (Juan Mendoza), quien está casado con una mujer maya. Ixchel aparentemente no es un lugar real; es el nombre de una diosa maya, la que tenía un templo en Isla Mujeres. Pero en esta novela es el nombre del pueblo, a dos horas de Mérida y en algún lugar no muy lejano de Valladolid, donde Andrés Chay y Juan Mendoza están encerrados juntos en una celda, aislados, sin permitirles visitas salvo la de un periodista llamado Coronado, cuya motivación y lealtades son cuestionables, y separados de otros 21 miembros del sindicato que también han sido encarcelados.
La combinación de condiciones primitivas, trato humillante y sueldos escandalosamente bajos ha llevado a los trabajadores mayas de la plantación local de henequén a intentar formar un sindicato no autorizado y negociar por mejores condiciones. Pero las fuerzas del poder —el exgobernador y productor de henequén, el cacique local, el brutal jefe de policía y el corrupto Sindicato de Obreros Mexicanos— conspiran para destruir el nuevo sindicato usando cualquier medio a su alcance, incluyendo el encarcelamiento, amenazas, golpizas, tortura y asesinato.
Hay relativamente poca acción en esta novela, pero mucho diálogo entre los dos amigos, Andrés y Juan. Se hacen bromas sobre el (extremadamente bajo) sueldo que el sindicato le paga a Juan por sus servicios legales, Andrés intenta enseñarle a Juan algunas palabras del idioma maya, y se nos ofrecen destellos interesantes de dos culturas y formas de pensar muy diferentes: la maya y la estadounidense. A la manera típica maya, Andrés acepta su destino y espera pacientemente, y al parecer pasivamente, lo que venga. Juan, sin embargo, se indigna ante la injusticia de todo y decide hacer una huelga de hambre. Durante los siguientes 36 días, aproximadamente, no toma alimento, solo unos sorbos de agua al día.
Andrés intenta disuadir a su amigo de lo que considera un intento necio y vano de influir en su situación de manera peligrosa, pero Juan se mantiene tercamente decidido, y Andrés no tiene más opción que observar cómo el estadounidense grande, fuerte y saludable se va debilitando hasta que ya no puede levantarse de su hamaca. Juan está convencido de que, por ser estadounidense, el consulado de EE. UU. en Mérida presionará a las autoridades en Ixchel para que los liberen a todos. Pero a pesar de los ruegos de su esposa y de otras personas al consulado, no se hace nada. Tanto Juan como Andrés son objeto de burlas y brutalidad por parte de sus carceleros, y uno de los 21 miembros del sindicato es baleado y arrojado a su celda para morir. Claramente, estas personas no tienen escrúpulos, y el asesinato lo demuestra.
Al final, cuando parece que el intento de huelga de hambre de Juan no será más que un suicidio absurdo, hay acción. No por parte de Juan, sino por parte de las mujeres de los hombres encarcelados, de otros mayas locales, y sobre todo de Andrés. Es inesperado, pero parece estar muy en sintonía con lo que caracteriza y da sentido a las creencias de este pueblo extraordinario. Es una historia contemporánea, sobre Yucatán y su gente originaria, y es una lectura muy interesante (aunque intencionalmente perturbadora). Como crítica social —lo que ocupó buena parte de la vida profesional de Earl Shorris— es muy efectiva.
W.W. Norton & Company, 2000
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